sábado, 11 de octubre de 2008

El relato del hombre que se perdio en el bosque con el cadaver de su amada por carlos matute

(esta historia la encontre en una pagina y me gusto mucho )


Madera podrida, flores deshechas, gusanos satisfechos y un cadáver; tu cadáver.
Bella doncella, te han desenterrado, pero a pesar de todo, tu cadáver mantiene la misma belleza de aquellos años en que no diferenciábamos nuestro sudor, en que creíamos que vivíamos para siempre, y hoy, irónicamente, estamos juntos, y yo, quizás te amo más, pero de tu boca sale un pérfido olor.
Ya no te recordaba hasta que te vi allí, echa sólo un saco de huesos, después de aquel accidente en el que pereciste, rompiendo tu cabeza contra las piedras majestuosas que rodeaban el río en el cual solíamos bañarnos. Imagino que tu cerebro quedó hecho añicos del duro golpe, que dejó ensangrentado todo a tu alrededor, y yo lo sé, pues vi como tu sangre se unía junto al agua, tiñéndola de rojo.
Después de tu entierro me sumergí en una lóbrega liturgia, en la cual sólo bebía absintio, y usaba algunas drogas inyectadas, quizas buscando compañía a la tristeza por medio de alucinaciones.
Ya, al verte otra vez, después de que un sujeto extraño (extraño pues nadie lo vio, y yo estaba muy drogado como para recordar mis sucesos de aquellos días), te desenterró. Sé que todos me miraron extraño, como si hubiese hecho algo malo. Ahí, al verte de nuevo, sólo pensé en volverte a la vida, y corría desesperado a brujos y hechiceros para que te revivieran, pero todo era imposible.
Por fin, y luego de semanas en que pensaba incluso en acabar con mi vida, por la frustración de no revivirte, hallé una vieja bruja, que llevaba 230 años en la tierra; 60 como loba y 170 como mujer. Ella vivía en la montaña del aislamiento, la montaña donde todos subían pero nadie bajaba. Yo, después de dos días y medio entre maleza, llegué hasta el sagrado escondite de la bruja. Ahí deje tu cuerpo, junto a la bruja, que rompía unas ramas junto al fuego, a ver si tenía algun hechizo para revivirte.
Oh amada mía, del mal no se salva nadie.
La bruja, al verme, se enfureció, corría escupiendo malas palabras de su boca alrededor del fuego. Yo no lo sabía, ella era mi madre, y ella moriría sólo si nos volvíamos a encontrar, pues su antiguo dueño la castigó, pues ya siendo humana, aún aullaba y comía cazadores junto a los lobos. Ella me maldijo, me hechizó, mientras moría. Ella se desvanecía junto al fuego, sólo se volvía polvo.Ahora yo muero poco a poco, y cada día mas flaco voy. Hoy los huesos se me ven, y así, raquitico, ando por las montañas, contigo al hombro, porque, aún y así, muerta y engusanada, te quiero amar.

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